domingo, 23 de agosto de 2009

Los pequeños detalles

El siguiente es el fragmento incial de la novela FARAWAY PLACES de Tom Spanbauer. No he querido traducirlo para que las palabras no pierdan su intención.

The moon was full and it was the February that it didn’t snow. I had my flannel pajamas on and my loafer socks, and I was in the bathroom looking into the mirror watching myself brush my teeth after One Man’s Family on the radio but before the rosary, when my mother walked through the hallway with the wallpaper that had the butterflies and the dice on it. She went past the bathroom door in her green kimono with that look on her face, her left eye cockeyed. I spit—the white toothpaste turned pink with my blood—then rinsed my mouth and the sink. By the time I got to the kitchen I could feel it too.

The kitchen door was open and so was the screen. The screen door’s spring had been disconnected for winter and without that spring to snug it back into home, the door drifted between open and closed, lost on its hinges. My mother was standing out by the gate by the time I got to the kitchen. That gate was unlatched and drifting too, like the screen door. My mother’s hair blew back off her face. She’d stood herself into the wind—wind that was blowing from a direction it had never blown from before. And the wind was warm, which was something new—something it had never been. Not in February.

“Chinook,” my mother said softly, almost so soft I couldn’t hear, and then she crossed herself.


El autor comienza con una frase que más allá de ser un “punch” (ese famoso punch inicial del que tantos escritores hablan) es por sí misma una frase que comienza transportandonos a un nuevo mundo. Es una frase honesta que de inmediato nos llega al oído en forma de una voz amiga, una voz que seguiremos escuchando el resto de la novela. Es una frase que no golpea, que sustituye ese golpe por una mano que nos toma con suavidad y nos dice “ven, siéntate a mi lado y escucha”.

El resto del párrafo tampoco nos introduce directamente a la acción ni al tema central de la novela. Más bien continúa en el mismo tono de la primera oración y lo ahonda aún más: nos muestra el mundo del narrador. Lo hace más real para nosotros. Nos habla de su pijama de franela y del programa de radio que recién ha terminado y del dibujo del papel tapiz que hay sobre las paredes del corredor. Cosas insignificantes, cotidianas, que en manos de un buen escritor hacen que lo que estamos leyendo se vuelva real dentro de nuestras mentes. ¿Quién no ha escupido la pasta de dientes vuelta color rosa, manchada con nuestra sangre? Hasta se podría decir que hemos sentido el sabor en nuestra boca.

En el siguiente párrafo el autor continúa en la misma línea. Más cosas cotidianas; la puerta de la cocina, el mosquitero, su madre de pie frente a la puerta abierta. El cabello agitándose. Luego el viento que se hace fuerte y la madre diciendo “Chinook” suavemente, casi sin que podamos escucharla. Luego se persigna. Casi podemos también imaginar el negro cielo del campo al anochecer.

Son los pequeños detalles, no los grandes, los que hacen que los personajes sean verdaderos en nuesta mente. Los párrafos que he seleccionado de Faraway Places son un ejemplo de esto. Esos detalles que a simple vista, en nuestra vida diaria, no solemos ponerles atención son los que forman puntos de anclaje en la mente del lector. Son los que hacen que tengamos una opinión positiva o negativa de ellos. Que un personaje respire, vaya al baño, coma, se vista, tome agua, cave un agujero con sus manos, se corte las uñas, pegue una foto en la pared de su habitación -lo que sea que se les ocurra- es lo que los vuelve reales. Lo que los vuelve entrañables es la medida en que esos gestos sean entrañables.

¿Tus personajes parecen acartonados? Prueba dándoles algún detalle de la vida real.

Faraway Places
* Autor: Tom Spanbauer
* Editorial: Hawthorne Books
* Fecha de publicación: Marzo 17, 2008
* Genero: Ficción

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