domingo, 2 de enero de 2011

Cazador de palabras

¿Cuántas veces, en nuestra búsqueda de inspiración, no nos hemos sentido derrotados por lo dificil que resulta crear algo en donde antes no había nada? ¿Cuántas veces, escritores, no nos hemos quedado frente a la hoja blanca, imaginando que a los demás escritores no les resulta tan dificil esta misma labor? El siguiente es un párrafo escrito por José Saramago. En él aprenderemos lo que es realmente importante en todo este proceso. 

De Todos los nombres, Alfaguara, 2001, pp. 78-79:

Imaginemos un cazador, iba diciéndose a sí mismo, imaginemos un cazador que hubiese preparado cuidadosamente su equipo, la escopeta, la cartuchera, el morral de la merienda, la cantimplora del agua, la bolsa de red para recoger las piezas, las botas camperas, imaginémoslo saliendo con los perros, decidido, lleno de ánimo, preparado para una larga jornada como es propio de las aventuras cinegéticas y, al doblar la esquina más próxima, todavía al lado de la casa, le sale al encuentro una bandada de perdices dispuestas a dejarse matar, que levantan el vuelo pero no se van de allí por más tiros que las abatan, con regalo y sorpresa de los perros, que nunca en su vida habían visto caer el maná del cielo en tales cantidades. Cuál sería, para el cazador, el interés de una caza hasta este punto fácil, con las perdices ofreciéndose, por decirlo así, ante los cañones, se preguntó don José, y dio la respuesta que a cualquiera le parecerá obvia, Ninguno. Lo mismo me pasa a mí, añadió, debe de haber en mi cabeza, y seguramente en la cabeza de todo el mundo, un pensamiento autóctono que piensa por su propia cuenta, que decide sin la participación del otro pensamiento, ese que conocemos desde que nos conocemos y al que tratamos de tú, ese que se deja guiar para llevarnos a donde creemos que conscientemente queremos ir, aunque, a fin de cuentas, puede que esté siendo conducido por otro camino, en otra dirección, y no para la esquina más próxima, donde una bandada de perdices nos espera sin que lo sepan, pero sabiéndolo nosotros, en fin, que lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda y que es preciso andar mucho para alcanzar lo que está cerca. La claridad del pensamiento, fuese éste o aquél, el especial o el de costumbre, verdaderamente después de haber llegado no importa tanto cómo se llegó, fue tan cegadora, que don José paró aturdido en medio de la acera, envuelto por la llovizna brumosa y por la luz de una farola del alumbrado público que se encendió en aquel momento por casualidad.

Rescato: Lo que da verdadero sentido al encuentro es la búsqueda y que es preciso andar mucho para alcanzar lo que está cerca.


1 comentario:

Maya dijo...

Ya lo has subrayado tú: "Es preciso andar mucho para alcanzar lo que está cerca". Saramago tiene la cualidad de sorprender, en pocas palabras, verdades que en otros resultarían frías, confusas. ¿Que más puede anhelar un escritor que el que en su voz la verdad escoja revelarse?

¡Saludos!